24 abril, 2024

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El músico que le puso ritmo a la campaña de Randazzo

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Beto Riba es rosarino y compuso un jingle para el precandidato a presidente. Sueña con ser la voz oficial de su campaña.

Beto Riba, cantante de música tropical, maneja desde la capital de la provincia hasta Rosario. Un amigo lo acompaña. Los dos vienen de presenciar un acto de Florencio Randazzo, ministro del Interior y Transporte de la Nación y precandidato a presidente.

Mientras avanza camino a su casa, el músico reflexiona. Piensa en la vuelta de los trenes y recuerda a su papá, que le contaba los mil y un beneficios de este medio de transporte que de a poco resurge. Entre idea y cosas dando vueltas por la cabeza, Beto empieza a tararear al ritmo de la cumbia “Mi niña bonita”: “votalo a Randazzo en esta campaña, votalo a Randazzo es tu presidente”. Su amigo le hace llegar el audio al candidato. Beto va a grabar el jingle días más tardes. Grabará, después, la segunda versión: un poco más movidita. Dice que fue a pedido del propio Randazzo. El tema empieza a viralizarse por la web y a mediados de enero, el cantante de cumbia ruega: “Dios quiera que el jingle oficial tenga mi voz”.

Riba no es sólo el rosarino que le hizo el jingle a Randazzo. Es el encargado del famoso carrito Jorgito Jr., de 27 de Febrero y Laprida. Es también cantante de cumbia tropical y se jacta de haber compartido escenario con los números uno del género. El principal, Leo Mattioli, al que considera su padrino en el arte de cantar. Beto tiene un llamativo colectivo para salir de gira que descansa frente al carrito. “Vive alegre y a lo loco que la vida dura poco”, pregona su transporte. “Nos morimos y no nos llevamos nada. Somos todos iguales. Sé que no hay más que hacer lo que uno quiere y siente”, explica al respecto. El cantante tiene 30 años y en realidad se llama Alberto Ribadero. “Con b”, aclara él. Es la segunda generación del apellido “con b”, mal escrito cuando nació su papá. También señala que su nombre artístico es un diminutivo, por lo tanto se dice Riba, sin s. Sentado en un sillón, charla de una cosa y de otra con solvencia, casi sin pensar ni trastabillar.

Tiene puesta una camisa celeste, arremangada hasta los codos y con algunos botones desabrochados. El pelo corto y oscuro está peinado con gel. En su mano derecha tiene un anillo dorado, brillante, de oro, que lleva las letras N y R, por Nino Ribadero, su hijo. Lo hizo cuando nació y lo portará hasta que cumpla 18, cuando lo reciba como regalo por la mayoría de edad.

“Romántico, bueno, loco, amigo de la gente, frontal”, enumera el cantante a la hora de contar quién es. Dice que es malo cuando lo traicionan y que si tiene una meta la cumple como sea. También dice que es peronista y así trae a colación una pregunta ineludible, vista su cercanía a Florencio, el ministro que ya menciona con su nombre de pila. “La política me interesa. Ya hace tiempo que lo vengo masticando. Pero si yo me postulo es para seguir defendiendo a los músicos y sus espacios”. Riba deja entrever que si recibe una propuesta, la va a pensar y su sonrisa tira al “sí, acepto”. Deja entrever, también, que esas propuestas ya llegaron de distintos sectores. “Pase lo que pase, yo soy normal y seguiré así. Sigo siendo el mismo que nació en la villa, que dormía en un colchón de dos plazas con sus cinco hermanos y que iba a la escuela con las zapatillas rotas”. Beto Riba dice que tiene un objetivo: cambiar la historia, desde cualquier lugar que ocupe como músico. “Que cuando yo no esté acá digan que el que apostó a las bandas locales fue Beto Riba, ese gordito criticado. Que mi hijo salga a la calle y agradezcan a su papá. Todo el tiempo doy la oportunidad de progresar y quiero seguir ayudando. Siento que ésa es mi misión”.

FUENTE: EL CIUDADANO