16 abril, 2024

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ALIVIO PARA MACRI (Por El Pingüino)

A lo largo de los últimos 5 meses el Congreso de la nación fue escenario de un hecho trascendente: decenas y decenas de personas, muchos de ellos distinguidos científicos, expusieron sobre un tema harto delicado: el aborto legal. Desconozco las razones que tuvo el presidente de la nación para permitir semejante discusión. Creo que a esta altura de los acontecimientos, es irrelevante. Lo importante es que por primera vez en la historia parlamentaria argentina, el aborto legal fue analizado y desmenuzado durante casi medio año.

 

Era hora de que ello sucediera. El aborto clandestino siempre estuvo presente entre nosotros. Lamentablemente, son numerosas las mujeres que lo practican anualmente y muchas de ellas, por carecer de recursos, se ven obligadas a ir a la curandera de la esquina para que les practique el aborto en condiciones infrahumanas. Las mujeres con recursos tienen una mejor suerte. Ellas se practican el aborto en condiciones normales, en lugares seguros y atendidas por un profesional competente. Vale decir que en esta tragedia-porque el aborto lo es-hay mujeres de primera y mujeres de segunda.

 

El aborto legal fue desde siempre un tema tabú. La Iglesia, sustentada en el dogma sagrado del derecho a la vida, jamás perdonó-y jamás lo hará- a la mujer que practica un aborto. Si la vida comienza con la concepción, el aborto es lisa y llanamente un crimen, anatematiza. Son, pues, criminales tanto la mujer que decide abortar como el médico que practica el aborto, sentencia. No importa que la mujer haya sido violada y ultrajada por unos forajidos. Si se aborta, es una asesina. Frente a semejante actitud dogmática, es imposible cualquier discusión racional.

 

El presidente Macri decidió que había llegado el momento de que el Congreso fuera el ámbito indicado para que semejante tema fuera analizado como corresponde. En ese momento la Iglesia no reaccionó, probablemente porque daba por descontado que si el proyecto de aborto legal llegaba al recinto, sería rechazado sin inconvenientes. Cometió un grosero error de cálculo al no prever la aparición de los pañuelos verdes enarbolados por miles y miles de mujeres partidarias del aborto legal.

 

De repente el panorama comenzó a oscurecerse. El resultado en Diputados pasó a ser incierto. En una jornada histórica el aborto legal consiguió que la cámara Baja le diera media sanción. Fue un hecho inolvidable, sin precedentes. La Iglesia-y quizá también el propio gobierno-quedó estupefacta. No podía tolerar que en el país donde nació Francisco el aborto fuera legal. No podía permitir, por ende, que el Senado aprobara la media sanción. Poniendo en evidencia su innegable poder de lobby, comenzó a actuar a través de los obispos, fundamentalmente. No causó sorpresa que terminara logrando su cometido. No hay que olvidar que la cámara Alta es históricamente conservadora. En la madrugada del 9 de agosto 38 senadores nacionales le dijeron “no” al aborto legal, clausurando por este año su discusión.

 

La iglesia fue la gran ganadora de la pulseada. Por su parte, el presidente Mauricio Macri, cuya postura ante el aborto es al menos viscosa, respiró aliviado, ya que lo que menos le convenía en este momento tan complicado era que el Senado aprobara el aborto legal, lo que hubiera sido considerado por el Papa una declaración de guerra. Y nadie, muchos menos el presidente, quiere tener a la Iglesia de enemiga.